A veces pienso que criar hijos es como realizar una larga meditación.
Una tarea exigente para la que sirven de poco las brújulas.
Y mientras les acompañas, van llegando emociones antiguas, que se mezclan con necesidades presentes, con anhelos de futuro. Y al principio te resistes, pero poco a poco, encuentras la forma de dejar que todo pase. Y todo pasa. Y todo se diluye. Y sigues ahí, junto a ellos. Intentando ser puro presente. Como ellos.
*Ilustración del libro "Kundalini yoga para el embarazo".
2 comentarios:
Bonita reflexión. Con ser una gozada tener hijos y criarlos, hay en tus escritos una idealización que ojalá siempre se corresponda con la realidad. Besos para los niños.
Pues fíjate que más que idealizando me estaba refiriendo al calvario que se llega a vivir cuando aparecen emociones y deseos que te alejan del momento presente, que es en el que viven los niños, y resulta tan complicado acompañarles con paciencia... Y lo comparaba con las resistencias que surgen durante las meditaciones, que pueden llegar a ser también complicadas. Sobre lo ideal y lo real, se van mezclando, aprendiendo uno de otro, moldeándose a la par.
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