viernes, 16 de enero de 2009
Waris Dirie, la mutilación genital femenina y el parto en España
En "Flor del Desierto", el primer libro de la modelo somalí Waris Dirie descubro por primera vez y en primera persona lo que supone ser mutilada. Aunque el libro lleva publicado cerca de diez años, hasta las pasadas vacaciones nunca se cruzaron nuestros caminos. Claro que había oído hablar mucho sobre la ablación, pero nunca con tanta cercanía y crudeza. O quizá nunca estuve tan sensibilizada. En realidad, el tema de la mutilación ocupa una dimensión minúscula del total de este libro, que con vitalidad y optimismo cuenta la historia de una mujer que ha sabido sobrevivir allí donde le ha tocado estar, y siempre llevándose un aprendizaje entre las manos.
Waris Dirie nació y vivió en el desierto de Somalia con su familia nómada hasta la adolescencia, y por una compleja peripecia vital, aunque como ella va fluyendo todo parece sencillo, se convirtió en una top model en Reino Unido y en Estados Unidos. Y así vivió muchos años, hasta que la vida le brindó la oportunidad de "salir del armario" y dar fe de su drama más íntimo, el que apenas se había atrevido a contar, el que revivía a diario desde que los cinco años una mujer que ella define en el libro como la Asesina, le despojara de sus genitales y le cosiera los restos, dejando sólo una pequeña apertura para orinar y menstruar. Y su voz sirvió para denunciar la mutilación a la que se sigue sometiendo a miles de niñas, robándoles su sexo, dejándoles marcadas para siempre.
Éste es un párrafo de los últimos capítulos, cuando contextualiza el horror que vivió a los cinco años:
"Desde hace más de cuatro mil años, los africanos han mutilado a sus mujeres. Muchos creen que el Corán lo exige, pues la costumbre está muy extendida en los países islámicos, pero no es cierto: ni el Corán ni la Biblia dicen que hay que mutilar a las mujeres para complacer a Dios. Es una práctica promovida y exigida por hombres -hombres ignorantes y egoístas- que quieren asegurarse la propiedad de los favores sexuales de su mujer. Exigen la circuncisión de sus mujeres. Las madres obedecen y circundican a sus hijas, por miedo a que éstas no encuentren marido, pues una mujer que no ha sido circuncidada se considera sucia, demasiado preocupada por el sexo y no casadera. En una cultura nómada como la mía, no caben las mujeres que no están casadas, de modo que las mujeres se creen en el deber de asegurar para sus hijas la mejor de las oportunidades -como una familia occidental considera un deber mandar a las hijas a una buena escuela".
Hoy, Waris Dirie está al frente de una Fundación que lleva su nombre y que tiene como objetivo principal luchar contra la Mutilación Genital Femenina (MGF):
http://www.waris-dirie-foundation.com/
La página está en varios idiomas, entre ellos el español, y da información detallada de lo que es la MGF y de cómo se puede colaborar.
Al acabar el libro, recordé que en una conferencia de la Asociación El Parto es Nuestro (www.elpartoesnuestro.es) se equiparó la episiotomía con la mutilación genital femenina. Sí, claro, no parece tan descabellado. Parecía un mensaje muy radical, pero los datos, y sobre todo, las sensaciones que de por vida llevarán las mujeres a las que se les ha dado un "pequeño cortecito" en el periné, permiten hacer el paralelismo. Así lo asegura también Marsden Wagner, ex director del departamento de salud materno infantil de la Organización Mundial de la Salud: "El corte para abrir la vagina durante el parto (episiotomía) nunca es necesario en más del 20% de todos los partos y la ciencia ha constatado que causa dolor, aumenta el sangrado y causa más disfunciones sexuales a largo plazo. Por todas estas razones, realizar demasiadas episiotomías ha sido correctamente etiquetado como una forma de mutilación genital de la mujer. El índice de episiotomías del 89% en España constituye un escándalo y una tragedia..." (el texto completo en la página de EPEN:
http://elpartoesnuestro.es/index.php?option=com_content&task=view&id=372&Itemid=53)
Y toda la información sobre la episiotomía en:
http://www.episiotomia.info/
La sumisión tiene un precio, y las mujeres estamos demasiado acostumbradas a pagarlo. Si no, nadie entendería que nos dejáramos hacer lo que nos dejamos hacer, pensando que forma parte de la vida.... ¿Cómo se entiende lo de parir tumbada? ¿lo de la rotura temprana de la bolsa de aguas? ¿lo de la oxitocina artificial? ¿lo de la episiotomía?
El parto forma parte de nuestra vida sexual, es quizá su expresión máxima. Y para vivirlo con plenitud y en armonía necesitamos intimidad, poca luz, poca gente y la que esté que sea de confianza, que respete y apoye sin interferir, un ambiente relajado, mucho tiempo, agüita para beber, algo que picar por si se alarga...
¿A quién se le ocurriría subirse a un escenario y ponerse bajo los focos para hacer el amor con su pareja, mientras manos y ojos ajenos van urgando y dirigiendo el acto?
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