“LOS HIJOS NOS AYUDAN A CONOCER NUESTRAS PARTES MÁS OCULTAS”
Autora de los libros La maternidad y el encuentro con la propia sombra; Puerperios y otras exploraciones del alma femenina; Crianza, violencias invisibles y adicciones; y La revolución de las madres (que se pondrá a la venta en febrero de 2009), la terapeuta familiar Laura Gutman consigue traducir en palabras el torrente de sentimientos en el que viven las mujeres que se convierten en madres. Lleva más de 20 años dirigiendo en Buenos Aires el centro Crianza, donde acompaña a mamás, papás y bebés y capacita a mujeres que quieren convertirse en doulas. Es madre de tres hijos y una apasionada comunicadora; en el cara a cara, sus manos se cierran y abren al hablar, al tiempo que los brazos avanzan y retroceden, remarcando los puntos de inflexión de su dulce voz rioplatense.
-¿Es verdad que sintió su vocación a los 19 años junto a Francoise Dolto (célebre psicoanalista francesa especializada en la infancia, con la que L. Gutman se formó en Paris), al verla cómo hablaba a los niños abandonados?
Esa imagen es uno de los recuerdos más conmovedores de mi vida. Dolto les leía su historial médico para que supieran quiénes eran, les daba las palabras que no habían tenido. Entonces decidí que quería dedicarme a enseñar a las madres cómo hablar con sus hijos.
-¿Hasta qué punto necesita palabras el bebé?
-¿Qué representa que el bebé es un ser fusional?
El bebé es lo que le rodea, literalmente. Para el bebé no hay diferencia. Y esto ocurre así durante los primeros dos años. Y la fusión primera es la que vive con su madre. Yo hablo de la diada “mamábebé” para referirme a ellos durante los primeros dos años.
Además, el bebé para entrar en contacto con algo o con alguien, primero necesita “ser” ese algo o ese alguien. Y para despedirse le ocurre lo mismo. Por eso su ritmo es más lento.
-Sin embargo, hay una prisa generalizada para que los bebés crezcan...
La urgencia para que los niños crezcan está basada en la incapacidad y en la falta de disponibilidad que tenemos los adultos, hoy en día, para “fundirnos” en el universo de la niñez, en los ritmos lentos de la maternidad, en los ciclos naturales de la vida. Aunque hay aspectos de nuestra vida que pueden ser muy veloces, como por ejemplo la comunicación por Internet; otros continúan regidos por los ritmos naturales: nueve meses para parir, otros nueve meses para que el niño logre el desplazamiento autónomo, un año para caminar, dos años o más para iniciar el proceso de separación emocional, seis años para la lecto-escritura, etc.
-¿En qué adultos se convierten estos bebés “independizados” un poco a la fuerza?
Estos bebes o niños supuestamente independientes, en realidad son niños muy necesitados, hambrientos de mamá, más inmaduros emocionalmente y que, en muchos casos, sufren múltiples enfermedades físicas.
Los adultos no obtenemos nada con la prisa: sólo niños estresados, necesitados y que pedirán eternamente lo que no recibieron siendo pequeños. Además, es más difícil educar a niños y adolescentes que no han recibido suficiente atención materna, tranquila, sin prisas, sin falsas expectativas y con todo el tiempo disponible a favor del niño... Pues a estos niños nada les colmará.
-¿Quiere decir eso que las mujeres deberían dejar de trabajar para poder atender a sus hijos?
No. Trabajar y estar disponible para tu hijo es compatible. Muchas mujeres aman su profesión y no tienen por qué renunciar a ella; o la economía familiar necesita su sueldo. Se trata más bien de la aptitud de disponibilidad con la que se entreguen a su pequeño al volver a casa.
-Dar a luz un bebé cambia para siempre la vida de la mujer. ¿Cuál es el aprendizaje más importante con el que una mujer debería contar antes de convertirse en madre?
No hay algo específico que una mujer deba aprender antes de dar a luz. La vida es la oportunidad de conocerse a sí mismo, de hacerse preguntas fundamentales, de indagar en su interior. Prepararse para la maternidad, es prepararse para una crisis importantísima. Cuanto más maduras emocionalmente estemos, cuanto más nos conozcamos y hayamos buceado en nuestro interior, más herramientas tendremos para afrontar la crisis. Y después….ya estaremos en medio del caos, tendremos que buscar ayuda, apoyo, sostén y luz para iluminar nuestras sombras.
-Entiendes el puerperio como una época de crisis que dura dos años y en este tiempo las emociones desbordan a la mujer...
La mayoría de las mujeres “tapa” sus estados emocionales durante el puerperio, justamente porque no encuentra traducción a lo que le pasa. Y en la medida que no lo reconoce, no lo comprende y no lo acepta, el bebé lo va a manifestar, de alguna manera. El problema es que una vez que el bebé lo manifiesta, la madre tampoco lo reconoce como propio. Es todo un gran malentendido.
-¿Te refieres a la sombra?
-¿Crees que las mujeres se sienten obligadas a demostrar que son fuertes, sobre todo después de dar a luz (por ejemplo, en algunos hospitales no se le permite al papá o a otro acompañante quedarse a dormir con ellas, y se acepta)?
Bueno…habría que preguntar a cada mujer, muy amorosamente y en intimidad, qué le ha sucedido en realidad. Dudo que se hayan sentido a gusto, pero seguramente “pensaron” y “aceptaron” que era una buena idea, porque era lo “correcto”, lo que se espera de ellas, y lo que ellas esperan de sí mismas: hacer las cosas bien. Pero para “tolerar” esa soledad, la mayoría necesita entregar los bebés al nido, algo que también “está bien visto”. De modo que hacemos siempre lo correcto, pero muy alejadas del corazón.
-Se habla mucho de violencia. Papás y profesores se quejan de que los niños son violentos y muchos llegan a la conclusión de que hace falta mano dura. ¿Qué es lo que está pasando?
Básicamente, si no nos conocemos, si no reconocemos lo que pasa en nuestro interior, si no entramos en contacto con nuestro dolor, no podremos entrar en contacto con las necesidades y los dolores de los demás, sobre todo si son nuestros hijos. Entonces nos resguardamos detrás de las murallas de las teorías que nos salvan de tener que sentir compasión por nosotros mismos y por nuestros niños. Las barreras y las distancias emocionales nos salvan.
*Esta entrevista se realizó en Septiembre de 2005, tras el encuentro: "La maternidad como crisis vital, y qué significa trabajar a favor del encuentro con la propia sombra", organizado por Helena Eymi (Asociación Dando Vida), en la Casa Rural El Prado, de Camarenilla (Toledo), acogidos por la hospitalidad de Charo.
*Laura Gutman viaja con frecuencia a España para dar cursos. Toda la información sobre su actividad está en su página web: www.crianza.com.ar
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